domingo, 30 de agosto de 2009

Bryce Echenique: "Tras 35 años en Europa, lo que más aprendes es hasta qué punto eres peruano"

Entrevisté al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique en 2002, después de que su novela
El huerto de mi amada fuera galardonada con el premio Planeta de ese año.

Bryce estaba bastante contrariado porque acababa de perder el manuscrito de una novela que tenía lista para las correcciones finales, algo que atribuía al ajetreo de su vida de promociones y viajes, pasando de un hotel a otro, de una ciudad a otra, armando y desarmando maletas, dando conferencias, ruedas de prensa y entrevistas sin parar, algo que para él resultaba “muy incómodo”.


Acababa de regresar a vivir a Perú después de treinta y cinco años residiendo en Europa, y esta nueva experiencia de vida lo estaba afectando y enriqueciendo mucho. Hablamos de su literatura, de sus motivaciones y su metodología de trabajo, de su vida como exiliado y su regreso a Perú. Hablamos de política, de la realidad de su país y de Latinoamérica. El presidente de Perú todavía era Alejandro Toledo, y Lula no se había convertido aún en el mandatario de Brasil. Al igual que hice en muchas de mis entrevistas de esa época, no dejé de preguntarle por las analogías que veía entre su país y Argentina, cuya actualidad en esos años era muy seguida en la prensa del mundo hispanohablante debido a su carácter de paradigma de la caída de un modelo, el neoliberal, que fue un triste ejemplo de cómo una sucesión de malas gestiones y una ineficiente e inescrupulosa actuación de organismos económicos internacionales pueden llevar a todo un país a la ruina. Puede que, como entrevistador, buscara hablar de los temas en los que me podía mostrar más seguro, evitando entrar en terrenos que dejaran demasiado en evidencia mis falencias, mis lagunas y mis desconocimientos (aunque esto fuera un imposible: no hay que tener pavor a que tus lagunas terminen saliendo, pues tarde o temprano, aparecen. Hay que mostrarlas con humildad y dignamente).


Bryce aún no había recibido acusaciones por el plagio de varios artículos periodísticos. Tras varias acusaciones en este sentido a partir de 2007, el peruano Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) condenó en 2009 al escritor a pagar una multa de unos 40.000 euros debido a pruebas irrefutables de plagio. Ya en la entrevista Bryce manifestaba cierto cansancio por sobrecarga de trabajo, al decir que antes de su viaje a Europa (que lo retendría en el viejo continente durante más de medio año) había enviado por adelantado artículos "casi para un año", y confesaba sentirse agobiado por el ritmo que le imponían sus compromisos literarios y periodísticos.


La entrevista fue realizada el 16 de julio de 2002 en Santander, y un extracto de la misma se publicó el diario ABC al día siguiente. La página original del periódico puede ser consultada al comienzo esta entrada.


Con ustedes, la entrevista completa.


Que la disfruten.


Usted usa mucho el humor en su literatura, ¿qué opina de la literatura sin humor?

Depende del libro. Yo no tengo nada en contra de la literatura sin humor, depende de la calidad del libro. Hay novelas magistrales, estoy pensando en La montaña mágica, por ejemplo, en las que el humor está ausente. No creo que, porque yo considero que en mi novelística el humor es un instrumento de uso muy frecuente, tenga que serlo en las demás. Acabo de dejar una novela, por mala, que venía llena de humor...


¿Que sería de su literatura sin los elementos biográficos que utiliza en ellas?

Bueno, lo de la autobiografía... yo puedo probar científicamente que no hay autobiografía en mis libros. Vamos a ver qué caso podemos tomar… en la novela Un mundo para Julius, que ha sido calificada de autobiográfica: mi padre no falleció y el padre de Julius falleció al año y medio, falleció su hermana (y eso determina toda la novela ), y ninguna de mis hermanas ha fallecido. O sea que no hay ahí ningún elemento autobiográfico. Está mi sensibilidad, mi manera de ver el mundo, y el tiempo en que yo tuve esa edad, ¿no?


En
La amigdalitis de Tarzán usted se ocupa de lo epistolar, ¿cree que eso se ha perdido con la llegada del e-mail?

No se ha perdido, se ha modificado. Al contrario, con la llegada del e-mail, hay mucha gente que antes no se metía en el terreno de la carta, entonces uno no se comunicaba con ella a través del océano, por decirlo de alguna forma, o a la distancia, y ahora sí hay mensajes breves. Ha variado.


Con tanto tiempo fuera de su país, recién usted dijo que en realidad no se había ido de Europa. ¿Cuál es su situación actual?


Yo vivo en Lima en este momento, pero generalmente salgo mucho. Ahora he salido en el mes de junio y probablemente no vuelva hasta fin de año. [La entrevista fue realizada en julio de 2007.]


¿Cómo se lleva con los aviones y viviendo en hoteles?

Pésimo, por eso me gustaría encontrar un sitio que pudiera llamar mío también aquí, en Europa. Lo tuve, pero me precipité y me deshice de él.


Se refiere a su casa de Madrid...

Sí...


¿Se arrepiente ahora de eso?

Pues mira, es incómodo vivir en hoteles, como dices tú. Y con maletas, sobre todo, todo el tiempo... es bastante incómodo.


¿Tanto tiempo fuera de su país no le puede hacer mella en la utilización del lenguaje, teniendo en cuenta la importancia de la oralidad en su literatura? Porque el lenguaje oral cambia mucho, los usos y costumbres, la juventud que impone modas...

No tengo una respuesta clara para ese problema, porque he seguido escribiendo siempre a mi manera, con el tono mío. Yo no sé si es porque leo mucho, y leo mucha literatura de gente joven de mi país, que de ahí voy sacando... No lo creo, pero siempre se suele decir que mi literatura tiene un tono profundamente limeño, etcétera, porque yo creo que, a pesar del vocabulario, hay más que eso en el tono, en el habla de una cuidad. Hay una manera de decir las cosas, y que las palabras llamadas, por así decirlo, peruanismo, o argentinismo, o chilenismo, o uruguayismo, o venezolanismo, son palabras que no son necesariamente nuevas. Hay palabras que están en el tiempo y que se usan en el habla y no se usan en la escritura. Y sin embargo, a veces me ha pasado, por ejemplo, de leer a algún escritor joven y decir “Este trae mucho argot, trae mucha jerga de los jóvenes” y hacer una lista de las palabras que me llaman la atención, buscar su significado exacto, etcétera. Y luego - eso cuando vivía aún aquí -, al ir al Perú las confrontaba. ¿Y qué pasaba? Que la gente de distintas edades me decía: “Eso es una palabra de viejos” (una chica de quince años refiriéndose a un autor de veintiuno, ¿me entiende?) Quiere decir que eso ya pasó, que esa jerga es algo muy momentáneo, es muy de barrio, muy de grupo, y no bien se diluye el barrio o el grupo (que en nuestro tiempo desaparecen así, usted sabe cómo es la vida ahora que nos vamos todos p'aquí y p'allá). Y además por una cosa, porque el argot siempre fue hecho para no ser entendido por otros. Un poco el argot es el lenguaje… por ejemplo, el argot del hampa era para que al hampón no le entendiera el policía. Es un poco el lenguaje del odio, un lenguaje para encerrarte, que no es necesariamente el tono oral de un cuento que tu quieres que lo lean todos, el ladrón y el policía.


Usted publicó en una ocasión una antología llamada
Para que duela menos... ¿para eso escribe usted? ¿Escribir tiene una función terapéutica¿ ¿Puede tener que ver con el exilio que usted vivió tantos años?

Yo creo que eso ha sido un hallazgo que no hay que tomarlo demasiado al pie de la letra. Definitivamente sí es interesante a veces entrar en las cosas más tristes y encontrar una sonrisa. Yo creo que los más grandes humoristas han estado… uno los recuerda, a Buster Keaton, Charles Chaplin, al propio Woody Allen… son patéticos de mirar, son tristes, tienen miradas tristes, que parten de un lado doloroso. Y que el humor, la risa y las lágrimas están... como decía Quevedo “en el mundo se empieza con lagrimas y caca”... y también por qué no risas, porque el niño de repente ríe. Yo creo que en el humor hay siempre hay un componente (no en el humor que pretende ser chistoso y sacudir de risa a todo el mundo, sino el humor irónico)... siempre hay antes una pequeña reflexión. El humor más inteligente, no es el humor bestial, el que se ríe del cojo, del manco, del tuerto, del que se cae, del que sufre, del que hace un papelón... no es ése el humor que yo buscaba. Yo buscaba siempre un poco el humor irónico: primero reírse de uno mismo, reírse con el mundo, reírse del cuerpo y de la sombra del cuerpo al mismo tiempo... Ese humor que tanto practicó Cervantes, que decía “sólo para mí, mi Don Quijote, y yo para él”, porque se sentía cómplice. Y él no se rió de los defectos de Don Quijote, se rió de sus virtudes, de ahí que lo hace tan loco.


El exilio masivo que se está dando actualmente de Latinoamérica a Europa por motivos que surgen de la situación económica en general, ¿cree que puede ser un terreno propicio para que surjan Bryces en el futuro?

¡Cómo no! Sí, porque mi literatura es una literatura muy del espacio, del movimiento, del cambio: de ciudad, de escenario. Eso sí, mira, no lo había pensado, pero sí.


Émulos de ustedes, no necesariamente imitadores...

No imitadores, sino una literatura del espacio, de los lugares, de los contrastes culturales, etcétera.


¿Usted es un escritor que no se impone una disciplina de trabajo férrea en lo metodológico, como puede ser el caso de Vargas Llosa o García Márquez, que son gente que se levanta, escriben una hora, otra hora? ¿Cree que eso se puede verse reflejado en la obra terminada de ustedes?
[Pregunté esto a Bryce erróneamente influenciado por su fama de bohemio empedernido y porque estaba quejándose que acababa de perder el manuscrito para corregir de una novela terminada]

Nooooo, no creas, yo soy muy disciplinado cuando escribo, muy mucho...


Ahhh, como contaba recién que se olvidó esa novela…

Ahora, por el tipo de vida que estoy haciendo, un poco incómodo... Pero no, fue una manera casi de responder a la pregunta sin llorar, pero es que me da pena. Yo quisiera ahora estar encerrado con mi novela y no pensando en que tengo que ir a tal viaje y tal conferencia... Han sido un poco las necesidades las que me han llevado a todo esto. Pero yo cuando escribo soy súper disciplinado, creo en los consejos de Vargas Llosa al pie de la letra. Y los practico.


¿A usted le molesta un poco esto de estar de conferencias, de atender a la prensa, no? A pesar de que su amabilidad es proverbial, quizás preferiría evitarlo…

Pues sí. Aunque creo que las dos cosas son necesarias, y cuando voy a dar una conferencia me gusta hacerlo bien, y cuando hay que dar una rueda de prensa, pues feliz. Pero sí, me agobia un poquito, la verdad. Sí, sí, sí.


¿Y porque dice
“necesidad”? Porque usted debe poder vivir
bien de sus libros...

Vives de tus libros y de todo lo que los rodea. Y yo digo que vivo de todo lo que sale de la máquina de escribir, haciendo conferencias o artículos… son muchas cosas más que los libros.


¿Y cómo vive su relación con el periodismo, usted que escribe artículos sobre la situación del país y ese tipo de temas?

Mira, yo creo que mi literatura y mi periodismo no tienen una frontera muy clara. Yo he empezado a escribir un cuento y se me ha convertido en artículo, y viceversa. En Guía triste de París, mi último libro de cuentos, hay algunos cuentos que fueron artículos, que les cambié algunas cosillas y se convirtieron en cuento. Porque yo he sido un hombre que no da noticias. Por ejemplo, ahora que me vine a Europa tenía que cumplir con varios periódicos, agencias de prensa, etcétera, y mandé todos los artículos antes de partir, casi para un año. Ahí no inventas nada, no puedes contar nada de noticia, tienes que hacer un periodismo que sea casi un capítulo de una memoria o algo así, o cuentos sobre Lima, o una historia que no sea de actualidad de Lima, sino qué fue de la Lima que yo conocí, etcétera, etcétera. Más ligado a la nostalgia, a elementos literarios, que a elementos de la objetividad periodística misma.

¿Y cómo se siente en la Lima actual?

En la Lima actual un poco perdido todavía. Cambió mucho con respecto a lo que yo dejé... A ti también te pasará con tu país. Está en una muy mala situación, no te puedes sentir bien de ver a tu gente jodida, no te puedes sentir bien… Ya yo no tengo la coraza que tiene la gente ahí para mirar tanta miseria, por lo tanto probablemente la pase peor que los demás.


¿Igualmente prefiere estar allí antes que en Europa, donde casi no se ve miseria?

Bueno, yo creo que necesito los dos, porque yo viví aquí muchos años, y ese amor mío por Europa no se lava con agua y jabón. Ningún amor se lava con agua y jabón, yo en treinta y cinco años tampoco me quité el amor por el Perú.


Usted dijo en alguna entrevista que no lograba, al estar tanto tiempo fuera del país, conectar con la realidad del Perú, y ahora me dice esto, que no puede ponerse una coraza… ¿Ya ha logrado insertarse más entre su gente?

Sí, yo me ubico bien ahí. En realidad, el país finalmente se ha convertido para mí en los escritores amigos, los amigos del colegio, los familiares, y por ahí me muevo... Y luego mis paseos buscando las cosas del pasado, mis viajes por el interior del país... El trabajo que más me ha gustado hacer ha sido dar muchas conferencias en provincias, en colegios, en la universidad popular, mezclarme con los jóvenes, conversar… No ir a decir “la vida es asi” (ni hablar, eso no es lo mío), sino conversar… inquietudes mutuas…


Usted ha dicho en una entrevista que le interesa mucho la vida de la otra gente, ser receptivo...

Pues eso ha sido en los tres años que llevo en Perú lo más bonito que hecho, haber podido ir hasta universidades de los Andes, de la montaña, de la selva, de la Amazonía, ir por la costa… Y hacer eso, charlar con los jóvenes…


¿Y eso le sirve en su literatura, para enriquecer las historias?

Indirectamente, sí. Te sirve en la vida, y lo que te sirve en la vida te sirve en la literatura.


Hablando de política, ¿qué opina de la situación del Perú tras el desengaño neoliberal al que llevó la corrupción y la mafia fujimorista (algo similar también pasó en mi país) y del actual desencanto de la gente con Toledo, que ya no se crea más en nada (como pasa en mi país también)?

Ahí estoy desarmado para responder a una pregunta así… Primero Toledo puso a un ministro de Economía y a un primer ministro que son peruanos, pero los trajo de Estados Unidos, y que pertenecen a esa cosa neoliberal absoluta y daban la impresión de que venían a ocuparse de los asuntos peruanos, un cuarto de hora en el Perú y chau, ¿no? Ya se fueron además, ni un año... y por lo demás no resolvieron nada. ¡Estos genios! No resolvieron nada, por lo tanto se crea más desencanto. Bueno, ahora han nombrado un ministro de Economía que es un hombre con los pies ahí metidos en el barro peruano, en la mierda peruana, digamos así, mezclado, un hombre capaz, e igual un primer ministro. Vamos a ver si eso sirve para algo, porque en nuestro país la sensación que todos tenemos es que ya es muy tarde, que se jodieron para siempre… Y es que nuestras clases políticas nos han decepcionado y nuestros partidos han estado en la retaguardia de la realidad, corriendo por sus pugnas internas, y todos los países les escapaban.


Yo creo que nuestros países refutan eso que decía Karl Popper de que la democracia liberal es lo mejor, porque uno si no está de acuerdo con sus gobernantes los puede cambiar cada tantos años. En nuestros países uno los cambia y siguen siendo los mismos, ¿no?

Sí, claro, y nuestra cultura democrática es fragilísima, es muy poca... Incluso ahora ya queremos que Toledo se largue... Aunque el hombre ha hecho todo lo posible por darse una mala imagen, podría decirse que ha contratado a unos enemigos como asesores de imagen, yo creo que merece un apoyo, por el esfuerzo que hizo para tumbarse a la dictadura y todo eso, merece una confianza.


¿Cree que hay analogía entre la situación de Perú y de Argentina?

No, yo creo que cada país tiene sus grandes particularidades. Argentina y Perú, siendo muy amigos históricamente, son muy diversos. Muy diversos.


¿Cree que ya hay un fin del modelo neoliberal, por lo menos en Latinoamérica?

No en la medida de que los que tienen el sartén por el mango son los Estados Unidos y nos siguen imponiendo este modelo. Y en la medida en que no se encuentren alternativas, tampoco. Ahora todo el mundo esta espeluznado porque puede ganar Lula, que es un hombre progresista, en el Brasil. La idea de que venga una idea distinta ya crea pánico, entonces así no vamos a ningún lado.


Hay mucha incertidumbre sobre cuál será el futuro de estos países no, si no hay alternativas, ¿no?

Se les ve como países sin salida, en este momento. Cuando tu dices, en la Argentina que tiene una deuda externa de 150.000 millones de dólares, pues sí. Yo tengo un tío mayor bonaerense, que me escribe cartas y me dice: "Sobrino, ni mis bisnietos pagarán esta deuda, este país mío que yo vi, porque tengo noventa años, en su apogeo, mira lo que ha pasado… A lo mejor yo soy culpable porque no me metí en política y dejé que estos desgraciados de políticos se apoderaran de todo..." Hasta se autoculpabiliza, el pobre hombre... Y sí, cuando te dan la cifra, dices "esto no tiene arreglo".


He leído un análisis sobre su literatura de un profesor universitario llamado Paúl Llaque, que dice que sus novelas pueden tomarse como documentos psicoanalíticos, ¿qué opina usted de eso?

Que él debe ser psicoanalista y la ha leído desde su punto de vista, ¿no? (Risa) Porque no toda escritura… Como decía Hemingway, mi máquina de escribir es mi psicoanalista y mi corona portátil, que era la marca de la máquina con que escribía, ¿no? [La máquina de escribir más famosa utilizada por Hemingway era, en realidad, no una Crown (corona, en inglés, que era una marca de máquinas) sino una Royal]. Otro escritor escribía "Si no hubiera escrito, me hubiera pegado un tiro, o me hubiera vuelto loco"… Puede haber algo… Puede haber algo…


De usted también se ha dicho, con
La amigdalitis de Tarzán y también con esta novela, El huerto de mi amada, que es un escritor con muchos aspectos femeninos. ¿Identifica en usted, como hombre, ciertos aspectos femeninos? En caso de ser así, ¿lo ve positivo?

Sí, lo veo como una afirmación válida. ¿Por qué? Porque mis personajes en sí se muestran débiles: no son machistas, no son machos, se desnudan, se ven pequeños ante las mujeres, se les ve débiles… Entonces claro, tal vez haya - porque el propio humor, o porque la propia ironía te hace ver al contrario al mismo tiempo que a tí - que abarcar más. Y yo he abarcado también el punto de vista femenino al contar mis novelas, y puede que mis personajes no sean machos completos, por decirlo de alguna manera.


¿Usted siente que se fue alguna vez de Perú, durante todos los años que vivió en Europa? ¿O siente que siempre estuvo?

Hay una cosa que sientes sobre todo: que lo único que has aprendido al final es hasta qué punto eres peruano, ¿no? No se te va eso nunca, no se te quita nunca.